sábado, 17 de agosto de 2013
Soy una especie de baraja, de naipe antiguo e incógnito, la única que queda del mazo perdido. No tengo sentido, no sé de mi valor, no tengo con qué compararme de algún modo, no tengo nada que sirva para que me conozca. Y así, en imágenes sucesivas en las que me describo -no sin verdad pero con mentiras-, voy quedando más en las imágenes que en mí, diciéndome hasta ya no ser, escribiendo con el alma como tinta, útil tan sólo para escribir con ella. Pero cesa la reacción y de nuevo me resigno. Vuelvo en mí a lo que soy, aunque yo no sea nada. Y algo así como lágrimas sin llanto arde en mis ojos secos, algo así como angustia que no hubo me oprime dispersamente la garganta seca. Pero entonces ya ni sé que fue lo que lloré, en el caso de que hubiera llorado, ni porqué fue que no lo lloré. La ficción me acompaña como mi propia sombra. Y lo que quiero es dormir.
Pessoa
Ladies and Gentlemen, meine Damen und Herren, Señoras y Señores... Mesdames
et Messieurs, bienvenidos a este barco, a esta ciudad flotante que se
parece en todo y por todo al Titanic, calma, permanezcan sentados, el
señor del fondo se ha tocado, lo he visto perfectamente, bienvenidos al
océano, por cierto, qué hacen ustedes aquí, me apuesto lo que sea a que
tenían a sus acreedores pisándoles los talones, llegan con unos treinta
años de retraso a la fiebre del oro, querían ver el barco y luego no se
han dado cuenta de que había partido, han salido un momento para comprar
cigarrillos, en este mismo instante su esposa está con la policía,
diciendo que era un buen hombre, normalísimo, ni una pelea en treinta
años... En fin, ¿qué demonios están haciendo aquí, a trescientas millas
de cualquier jodidísimo mundo y a dos minutos del próximo ataque de
vómito? Pardon madame, bromeaba, fíese usted, en este barco se va como una bola sobre el billar del océano...
Alessandro Baricco
lunes, 15 de octubre de 2012
La Floresta Ingrávida
Anoche me sumergí en el césped
donde reina la clorofila y la fuente/
el relámpago verde deja ver los ojos
en una misma misión sonora/
bosque de criaturas apenas con manos/
hay de todas las artes y ciencias/
a estas alturas las nubes dan a los
tobillos,
la gravedad está a flor de piel.
jueves, 19 de julio de 2012
Del ser que alienta

Del ser que alienta y del color que brilla
me separa tu cálida presencia,
clausurando el sentido en la vehemencia.
de una noche sin fondo y sin orilla.
En ella mi tortuosa pesadilla
te confiere su trágica opulencia,
y tórnase inmortal como una esencia,
siendo que eres trivial como una arcilla.
Te he engendrado en mi lumbre y mi universo,
en tu forma plural he proyectado
la queja vaga y el afán disperso.
Dudando está el espíritu sitiado
si eres mi sangre disculpada en verso
o mi dolor en carne figurado.
C.Urquiza.
miércoles, 18 de julio de 2012
LA JOVEN DEL ABRIGO LARGO
Cruza todos los días la plaza en el mismo sentido.
Es hermosa. Ni alta ni baja, tal vez un poco gruesa. Grandes ojos, nariz regular, boca madura que azucara el aire y no quiere caer de la rama.
Sin embargo, tiene un gesto amargado y siempre lleva un abrigo largo y suelto. Aunque haga un calor excepcional. Esta prenda no cae jamás de su cuerpo. Invierno y verano, más grueso o más delgado, siempre el sobretodo como escondiendo algo. ¿Es que ella es tímida? ¿Es que tiene vergüenza de tanta calle inútil?
¿Ese abrigo es la fortaleza de un secreto sentimiento de inferioridad? No sería nada raro. Por eso tiene un estilo arquitectónico que no sabría definir, pero que, seguramente, cualquier arquitecto conoce.
Tal vez tiene el talle muy alto o muy bajo, o no tiene cintura. Tal vez quiere ocultar un embarazo, pero es un embarazo demasiado largo, de algunos años. O será para sentirse más sola o para que todas sus células puedan pensar mejor. Saborea un recuerdo dentro de ese claustro lejos del mundo.
Acaso quiere sólo ocultar que su padre cometió un crimen cuando ella tenía quince años.
Vicente Huidobro.
Es hermosa. Ni alta ni baja, tal vez un poco gruesa. Grandes ojos, nariz regular, boca madura que azucara el aire y no quiere caer de la rama.
Sin embargo, tiene un gesto amargado y siempre lleva un abrigo largo y suelto. Aunque haga un calor excepcional. Esta prenda no cae jamás de su cuerpo. Invierno y verano, más grueso o más delgado, siempre el sobretodo como escondiendo algo. ¿Es que ella es tímida? ¿Es que tiene vergüenza de tanta calle inútil?
¿Ese abrigo es la fortaleza de un secreto sentimiento de inferioridad? No sería nada raro. Por eso tiene un estilo arquitectónico que no sabría definir, pero que, seguramente, cualquier arquitecto conoce.
Tal vez tiene el talle muy alto o muy bajo, o no tiene cintura. Tal vez quiere ocultar un embarazo, pero es un embarazo demasiado largo, de algunos años. O será para sentirse más sola o para que todas sus células puedan pensar mejor. Saborea un recuerdo dentro de ese claustro lejos del mundo.
Acaso quiere sólo ocultar que su padre cometió un crimen cuando ella tenía quince años.
Vicente Huidobro.
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